Estimada tia.
(…) No es una población muy grande, y como la mayoria de las capitales andaluzas tiene un aire moresco que la caracteriza y le da este aspecto interesante que de otra forma no tendria. Está enclavada a la entrada del rio Odiel lo que hace que por las noches y las madrugadas se note algo fresco. Sus calles estrechas, limpias y pavimentadas, estan construidas por sencillas y bajas casa (pues casi todas cuentan un piso) pintadas de blanco y de colores no muy chillones a imitación de los pueblos de nuestra costa. Una bonita plazoleta con sus bancos correspondientes sirve de solaz. Pero no obstante no tiene el alma andaluza como Sevilla, le faltan sus rejas y sus patrios, le falta la típica pareja pelando la pava a través de los barrotes con marco de claveles y rosas, por lo demás las mujeres de pura raza llevan su manton negro con fleco y diversidad de flores en la cabeza y cuando van a la iglesia, la mantilla con su correspondiente peineta de las que son moda llevar ahora en Barcelona por semana Santa. Los hombres tienen este tipo afeminado con que se dan a conocer los verdaderos andaluces. Su chaquetilla corta y ceñida, su sombrero cordobés, sus andares de torero; mirando a la gente en un tono como diciendo “Belmonte a mi lado es un chiquero”. Hay sus freidurías de pescado, pero les falta un algo que tienen los “corales” y sus similares de Málaga. Cines no he visto todavía ninguno ni tengo noticias de que los haya; teatros hay uno; sin pretensiones en el cual fuimos ayer a ver una compañía todavía con menos pretensiones apenas si seriamos veinte personas a platea y cincuenta en el público, a la sesión que fuimos representaban dos mamarrachadas en las cuales todos son hombres; los músicos debian tomarle miedo a tanta gente como había; que en el momento de empezar a tocar la sinfonia se marcharon. En la otra tanda representaban la opereta Soldadito de Plomo y hacían pagar seis pesetas butaca y nosotros, que nos quejamos del Tívoli! Que en comparación a esto tendrían que hacer pagar cincuenta. (…)
Juan