Escrits personals

Continua en aquest viatge escrivint en el Quadern de memòries  iniciat durant el viatge a Manila, l’any 1918, i dedicat a Carme Xivillé.

Reproduïm dos fragments d’aquestes memòries.

20 d’abril de 1919, a bordo del Trini:

Hoy hace quince dias que a estas horas estaba proximo a coger el tren en Valencia para ir a Alicante, entonces estaba (…) paseando pensando no sé en qué; en miles de pensamientos, que afluyen a la mente. Hoy hemos pasado por la costa gallega, el pais de las añoranzas, quizás por intuición se me ha contagiado este mal tan dulce que según cuentan padecen todos los hijos de esta tierra puesto que también he sentido la nostalgia de la ausencia. He pensado en aquella noche, que después de despedirme de vosotros, quedé acurrucado solo en aquel rincón del vagon. Como unica compañía a mi soledad y a mis pensamientos el tric y trac del convoy, producido por su velocidad. (…) Después de llevar varios dias de buen tiempo, hoy y en pleno golfo de Vizcaya, el furor del viento se deja sentir. Los fuertes golpes del mar embarean, de vez en cuando en cubierta. La noche se presenta tan triste como aquella de la partida. Sobretodo durante la primera guardia que me toca a mi puesto que sera obscura ya que la luna no saldrá a lo menos hasta las once. Abrigado comodamente, paseando por el puente recibiendo salpicaduras de agua, embedelido pensando en ti, pasaré lo mejor posible la noche. Por lo visto no quiere el tiempo que acabemos de pasar la Pascua con tranquilidad (…).

22 d’abril de 1919, a bordo del Trini en el golfo de Vizcaya próximos a recalar a la farola de Ouessant:

Dos dias han pasado desde que te escribí, hoy aprovechando la hora de tres a cuatro, que me queda libre, volveré a escribirte para que veas que sé cumplir lo que prometo, y también para llenar este cuaderno de memorias con el fin que expuse en mi escrito anterior. Al final de éste te decia que se presentaba la noche triste. Verdaderamente asi fue durante mi guardia una gran obscuridad invadia todo el horizonte. El viento arreciaba muy fuerte y la espuma de las olas al levantarse aviadas parecian lucecitas que iluminasen nuestra derrota hacia lugares tenebrosos. El frio era intenso. Abrigado comodamente con el abrigo y la bufanda paseando arriba y abajo del puente haciendo equilibrios para aguantar sin caerme, los balances del buque he pasado las guardias de aquella noche y de ayer lunes de Pascua; pero también las he pasado bien, puesto que han sido en compañía de nuestros recuerdos y también formando planes para el porvenir. Quiera Dios que al estar ellos formados en dias de temporal no sean agüero de transformarse estas ilusiones y esperanzas en tristezas y desengaños (…).