Només hem localitzat una carta enviada a Angela Xivillé, de la qual reproduïm un fragment on descriu com és la gent d’Alexandria.
Alexandria, 13 octubre 1919
Las puertas de los palacios estan cerradas a los plebeyos y no se puede por lo tanto aspirar más que admirar plebeyas paseando por los barrios tipicos árabes. No creia que de estas calles estrechas, tortuosas, abandonadas y sucias pudieran nacer egypcianas que vestidas al estilo del pais, algunas tapadas toda la cara menos los ojos, las otras destapadas, pudiendose admirar su cara de color azabache o de ébano otras, con su nariz aguileña muy bien formada y sus grandes ojazos negros, su talle ni alto ni bajo, su cuerpo muy bien formado por la rigidez de sus lineas su diminuto pie, descalzos en su mayoria o en chancletas, llevando en ellos y en forma de brazaletes dos esclavas lo que tanto se ha dado de moda entre las mujeres europeas. Su belleza es muy contadictoria con sus costumbres, la suciedad y el abandono es lo que las corona, el ambiente en que nacen se presta a ello, las casas como sus calles no han visto nunca la sombra de la higiene, un olor pestilente emanan en ellas a veces de los mismos cuerpos de sus habitantes o de las comidas que hacen en las puertas mismas de la calle, algun figón indecente. La invasión de las moscas es paralela a la invasión de los chiquillos en un pais en que cada hombre tiene siete mujeres. Si vas paseando y perdiéndote en este laberinto de calles hasta que quiere tu buena suerte guiarte a una salida segura para internarte en la bella plaza de la Bolsa, y después de haber rendido tributo con la visita a a la estatua de un Pachá Ben … y de sorber un buen mantecado acompañado de unos buenos pasteles, en una Confiteria de lujo, haces el rendez-vous a la magnificencia de las calles de la ciudad moderna no sabiendo si admirar más la belleza de los articulos (con sus precios exorbitantes) de los escaparates, el tipo escuálido de alguna inglesa i la petulancia de los militares de distintas naciones europeas. Después que el cansancio hace mella en las energias corporales un coche pesetero se cuida de llevarte al muelle de la puerta nº 6, donde acabas de completar la fiesta dejando que un policia arabe se dé el gusto de hacerte cosquillas palpando tu cuerpo de pies a cabeza para cercionarse que no llevas ningun objeto con derecho a pagar la Aduana. Cumplido este requisito llegas abordo, momentos antes de que lleguen los mimados de la fortuna de su excursión al Cairo (…).
Juan