Manila, 29 de juny de 1918

“Noche lúgubre la de la verbena, dia triste y al mismo tiempo terrible el de San Pedro, dia de completo invierno, más que de verano, parece el de hoy, figuratelo con el cielo cubierto de espesos y negros nubarrones, el agua cayendo a raudales, de tal forma que en algunos momentos su espesura no permite ver los demás barcos que estan anclados a poca distancia nuestra, no parece sino, que estos nubarrones quieren absorver el agua del oceano para devolvérnosla por su conducto. El viento ruge como fiera encadenada, parece que quiere demostranos el alarde de su fuerza y su poderio, protestando asi de la completa y aniquilante calma de estos dias pasados. Al mostrarnos su existencia nos muestra la de un titan, la de un coloso, que nada le arredra, ya que salio de su escondite después a arrasarlo y desvastandolo todo, a traer la desolación a muchas familias y la ruina a otros tantos lugares. Si dentro la bahia que esta cercada de montañas, las olas montan encima la escollera, hasta impedir su vista, y el temporal se nos presenta tan tremendo, con solo y ser solamente un ramal de “tifon”, pregunto yo ¿ que será de aquellos pobres navegantes que se encuentran a 250 millas al S. que es por donde pasa el “tifon” (ciclon)? Por esto digo, que al enseñar sus dientes de fiera, ha sido para morder, y para sembrar el luto a algunas moradas(…).”

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