Sevilla, 12 juny 1922

Sevilla, 12 de Junio 1922

Es el caso que no sé si estoy en Sevilla o en el infierno. El camarote en este  momento está ardiendo, todo el dia que el sol pega sus rayos sobre él, resultando que, cualquier cosa que toques quema, y la permanencia en él hace adormecer los sentidos. (…)
El sol parece ser distinto, del sol de Inglaterra, parece que haya robado a éste todas sus calorías para apropiárselas y que una vez con ellas, como dice Garcia Sanchos, se hubiese posado como corona triunfal al extremo de la Giralda, y añado yo, para desde alli y estando más cerca se propusiera tostar como una castaña a todo bicho viviente que pasea por estas calles, durante las horas, que él impera. Por esto los sevillanos la han convertido en ciudad de noche, y cuando este sol tan bárbaro empieza, a declinar, se van, al gran parque, de la Exposición Hispano Americana, un parque magnífico, con sus grandes paseos y avenidas, de frondosos árboles por entre los cuales los rayos del astro rey no penetran. (…)

Aquí en esta plaza, donde el buen gusto hermana con la belleza se ven todas las clases sociales, de Sevilla, desde la emperigotada dama, que para estirar un poco las piernas como vulgarmente se, dice, se apea del lujoso landó i del automóvil para dar un paseo; la mujer, de la clase media, que charlando animadamente luce la peineta, de tres picos (chilona) con la típica mantilla o quien más modesta el céfiro, hasta las muchachas, de más baja estofa que no pudiendo lucir ni el sombrero ni la mantilla, se contenta con un clavel rojo o blanco en el pelo. Y cuando ya cansado de admirar tanta variedad, al empezar la noche, a extender su sombra sale uno del parque para ir a uno de los muchos cines al aire libre y, alli sentado, ante una mesa, va recreando la vista con alguna película seria o chavacana, bebiendo de vez en cuando, algun sorbo, de cerveza helada, y allí pacientemente se esperar las doce o la una para regresar a bordo, teniendo la seguridad, de encontrar los camarotes algo frescos y poder, dormir tranquilamente cinco o seis horas. No obstante esta vida no me resulta.

Juan

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