Newcastle,13 abril 1922

Te contaré, algo de Newcastle, de la cual población he podido ver, algo, ya que la necesidad me obligó a ir, y esta necesidad no fue otra sino los deberes de capitan, cargo, que en la actualidad estoy desempeñando ya, que, ayer, precipitadamente tuvo que salir tio Floro para Londres, donde urgentemente lo mandó ir un telegrama, que recibió del Sr. Portabella.
Creo, que de no ocurrir ningun percance estará de regreso el sábado o domingo. Fui a la oficina de Mr. Bryant a recibir órdenes y, después he ido, a pasear un rato por las calles más centricas, las cuales ofrecen un bonito aspecto. Muchas tiendas, pero los precios, de sus artículos, algo subidos. Busqué los célebres caramelos en tres o cuatro dulcerías y no me fue posible encontrarlos. Si tengo ocasión de volver ya miraré, de poder adquirirlos. No obstante te anticipo que encargué otra cosa que seguramente a ti y a todos os gustará más, un jamon como aquellos que tanto le gustaron a Juanito Borés.
Ya te digo, no sé si tendré ocasión, de volver a la capital, en caso afirmativo trataré de comprar lo que prometí, a Juanito. Ahora lo mejor del cuento. Regreso. Tomo el tren, a la estación de Newcastle y, a la sétima estación bajo (He de advertirte, que en este pais los coches de tercera son al estilo, de los de primera de España). Como te decia; bajo del tren salgo de la estación emboco bien la calle, a media ruta tomo un camino por otro, que me conduce a una estación, distinta del ferry-boat (golondrina) para pasar a la otra banda del rio, lo cierto es, que no vi el “Dilluns” por ninguna parte, tan lejos fui, de su fondeadero, y aquí me tienes tu en la estación, de la otra orilla, sin saber, donde, dirigir mis pasos y lo que es peor sin saber como ni por donde preguntar puesto, que no hubo formar de acordarme del nombre del cargadero frente, al cual estabamos amarrados. Aquí me tienes tu camina, que caminarás como el Judio Errante siguiendo la población de South Shields de N a S y de E a W sin encontrar el paradero del buque ni el rio con los cargaderos de carbón. A última hora bien que mal pude ir preguntando a varias personas, que me iban guiando hasta , que encontré, a un pobre hombre, que me acompañó hasta el muelle, quizá con la esperanza, de que abordo le daria, de comer ya que me dijo que durante le dia todavía no habia comido, creí más propio darle una moneda de dos chelines el hombre quedó contento y yo agradecido, y he aquí como por una falsa dirección tuve que caminar como un desesperado durante más de dos horas y media, llegando abordo, a las cinco en punto, donde ya me aguardaban para comer. Puedes hacerte cargo de mis aventuras, de un jueves santo, de cuyas resultas estoy más rendido, de fatiga, que si hubiese ido a seguir monumentos santos.

Tu Juan
Newcastle , 13 Abril 1922 Dijous sant

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