Jacksonville, 13 d’agost de 1917

Fui, junto con dos agregados más a la misa que se celebraba a las diez. Estaba atestada de gente al parecer aristocrata ya que al salir los aguardaba el automovil, los cuales eran guiados por las propias señoras o señoritas (extravagancias norteamericanas). A la salida de la iglesia, nos pusimos de planton a fuera viendo como desfilaban las muy bellas mujeres norteamericanas (nunca creí que en esta raza estuviese tan bien representada la clase femenina). Después del desfile, entramos en la iglesia otra vez y allí, delante una imagen de San José y otra del sagrado Corazon, nos arrodillamos y sentamos largo rato y creo poder afirmar, que los tres embargados de un mismo pensamiento (el viaje de regreso en invierno) rezamos, bien o mal, como si quisiéramos asegurarnos que el “Cielo” avalaría la idea que tenemos de un feliz viaje. (…)

Al salir seguimos el camino por la calle de las iglesias y al ver que cantaban se nos ocurrió entrar en la capilla Metodista. Al entrar nos saludaron afectuosamente, y nos acompañaron a sentarnos prestándonos al mismo tiempo un abanico, al mismo tiempo habia empezado la ceremonia. La sala estaba dispuesta de manera que los bancos formaban semicirculo, cuyos extremos tocaban a la tribuna en cuya barandilla habia dos banderas norteamericanas, y en la pared un ventanal, con unos cristales, cuya pintura figuraba la Resurrección del Señor. En la tribuna sentados en primera fila seis señoras y en segunda otros tantos hombres, que cantaban al compas de un armonium que habia a un lado y que estaba tocado por una respetable señora vestida de luto. Acabaron estos de cantar, y a una orden dada por el pastor, que estaba sentado en un especie de púlpito, toda la concurrencia se levantó y empezó a cantar, hicimos nosotros lo propio, menos lo último, luego que hubieron acabado se sentaron, el pastor empezó a predicar y la gente lo oia agachada la cabeza entre los brazos. Al ver a la gente en aquella positura y los gestos del pastor, la seriedad huyo de nuestra persona y la sustituyó la risa, pero con tanto ardor que era un verdadero apuro poder contenerla, comprometiéndonos tanto que temia nos echasen ya que habiamos ido a violar su recogimiento. Por suerte esta ceremonia no duro mucho, levantandose luego una joven guapisima que estaba sentada en la tribuna se puso a cantar con una voz tan preciosa como su cara, me quedé embobado, oyéndola, parecía una voz divina. Habriame pasado allí, escuchando, una eternidad sin que me diera cuenta del tiempo transcurrido. Después que hubo acabado de cantar nos marchamos.

No estrañes si ves que la tinta a medida que fui escribiendo se ha corrido es que el papel está mojado por gotas de sudor. El calor es insoportable y los mosquitos inaguantables, de sus picadas tenemos el cuerpo hecho una lástima. (…)

Si vais a visitar al Sr. Farguell y su sra, dales muchos recuerdos y mira de conquistarlos, ya que quisiera lograr su apoyo para poder entrar en la compañía Pinillos, al acabar los dias de vela o según como cuadre nuestra llegada, despues de este viaje, en Enero, si no me toca ir al servicio; y así después que hubiese hecho los de vapor acabaría el viaje de vela que me faltara, seguramente seran unos 90 dias. Uno de los agregados que viene conmigo y que ha viajado en esta compañía me ha dado buenos informes, me ha dicho que los agregados pueden ganarse unos quince o veinte duros mensualmente entre lo que les da el capitan y los estibadores por anotar carga en puerto.(…)

Mucho me complace que tio Floro esté satisfecho de mi comportamiento en los estudios, más que por otra cosa, porqué así verá que cuando la voluntad es férrea, no puede o pueden pocos tropiezos vencerla, y después porque así me parece que he agradecido el mucho interés que se há tomado para embarcarme. Lo que siento es que nuestro “Buen” capitan, al llegar, no le dé los buenos informes que yo hubiera deseado, pero mi conciencia esta tranquila, he hecho siempre lo que se ha mandado, sin replicar; su poca educación y su menos consideracion, hicieron que adoptasemos un recurso que de todas veras queriamos evitar. No obstante yo creo, y no quisiera equivocarme, que el viaje de regreso se iran suavizando asperezas y llegaremos a Barcelona, que creo que será el puerto de destino, sin que se acuerde de lo pasado.

Juan
Jacksonville (Fla) 13 Agosto 1917

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