alta mar, 29 de juny de 1917

Once dias hace que salí del Puerto de Barcelona y después de estos dias de viaje y en pleno Mediterraneo se me ocurre escribirle para contarle las impresiones de este corto intervalo de tiempo y haciendolo así durante el viaje, para que en llegando a Jacksonville pueda mandarles unas cuantas cartas que vengan a ser un diario resumen de este mi primer viaje de agregado.

Salimos de Barcelona el domingo 17 a las 9h. de la mañana, quizás mas pronto de lo que pensabamos, (…). Hasta el martes por la tarde estuvimos aguantándonos frente a Montjuich, sin que el viento permitiera seguir adelante, ya en estos dias nos pusimos al corriente de la vida de abordo. Acostumbrado a la buena vida casera y tambien a la buena navegación de vapor me parecía, no solamente a mí, sino a los demás agregados, una vida solemnemente aburrida y más teniendo en cuenta las circunstancias que la motivan.

El capitán, hombre viejo (72 años según dicen) es un “lobo de mar” según la expresión vulgar de la palabra: hombre raro, de genio, y por lo tanto bastante insoportable en sus asuntos, si tuvieramos de hacerle caso de lo que dice. Es de pocas palabras, tanto es así que los primeros días que comiamos en la mesa, no parecía aquello un comedor familiar, sino mejor un comedor de frailes de la Trapa, los oficiales, hombres jóvenes y muy amables no se atrevían a decir nada y nosotros hacíamos lo propio. Digo los primeros días que comiamos en la mesa, porque ahora comemos en cubierta con el plato en el suelo tanto los oficiales como nosotros, entre la porquería de las aves de corral que andan por allí, gallinas, patos, conejos, corderos, que poco a poco van muriendose. Esta es una de sus rarezas. La comida abundante y poca variación. El trabajo tambien abundante, pues excepto subir a los palos trabajamos tanto o más que los marineros. Poco a poco vamos acostumbrandonos ya a la nueva vida y no nos parece tan triste, tanto es así que ya empiezo a encontrarle a la navegación velera aquella poesia que siempre la caracterizó.

Hasta ahora hemos tenido buen tiempo, excepto pocos dias después de salir que frente a las Columbretes, nos sorprendió un chubasco de viento que nos hizo pasar un mal rato.

En el mometo que escribo esta, habiamos embocado el estrecho, pero al llegar frente Tarifa roló viento contrario con espesa niebla pasando una noche de grandes angustias, pues como es sabido, este lugar es de mucho transito y por poco que uno se descuide aborda o es abordado. Afortunadamente al amanecer el viento obligó a volver atrás y hace ya un dia que nos estamos aguantando en el Mediterráneo a la vista de Gibraltar y la costa española esperando que el dios “Eolo” le venga bien de soplarnos un viento favorable para que podamos pasar el estrecho y entrar en el gran charco, a buscar los vientos aliseos que nos lleven las costas americanas.

La vida ésta como le digo ya empieza a gustarme mas cada dia y a encontrarle el atractivo que me decidió emprenderla. Ayer tuvimos visitas, unos pescadores de Algeciras vinieron a vendernos pescado (una cesta llena que costó dos duros). Prometieron volver hoy a traer cincuenta libras de tabaco. (…)

Quiero aprovechar una hora que me queda para dormir, puesto que hoy solo he dormido cuatro horas nada más por la noche, las demás las he pasado de guardia, aguantando el frío que hacía.

Juan
En la mar, y en la latitud 36º 11’ N a 29 de Junio 1917 (San Pedro)

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