Constantinoble, 13 març 1920

Hemos ido conforme anunciaba en la otra carta, a Sebastopol y como quiera que en el citado puerto no pudimos cargar lo que se esperaba por los muchos inconvenientes que se opusieron, pues por lo que se ve las autoridades rusas prefieren que se apoderen de las mercancías los bolcheviques, antes que dar el permiso de exportación; los representantes de los fletadores que venian a bordo decidieron ir al pueblo de Yalta. Dicho pequeño puerto está a 6h de navegación de Sebastopol. Pertenece a un pueblo residencia de príncipes y aristócratas, ya que todos sus inmuebles son palacios y grandes torres construidos en la pendiente de una cordillera que en aquellos días estaban completamente blancas, de nieve, como si el frio que enviaba aquella nieve, por la mañanita fuese sinónimo, del frio que reinaba en aquellas bellas moradas, desde la del emperador Alejandro ó la del príncipe Pedro Alejandro Nikolajervitsch, a la del millonario ruso (que sirven para cobijarles en verano, por lo vacías que las dejaron sus moradores al escapar de la gran reacción sufrida por el pueblo, al revelarse contra la opresión titánica de estos magnates, dueños del oro.
En este pueblo se convirtió nuestro barco, en gran paquete, ya que sus cámara y bodegas alojaron 214 pasageros, todos ellos de gran posición económica en otro tiempo. Muchos vendieron a cualquier precio las joyas y mobiliario de gran lujo con tal de obtener el importe del crecido precio del pasage. La cámara y bodegas parecían un hospital, camas, catres, colchones, alfombras, todo parado y tirado sirviendo al mismo tiempo que para mal descansar, para arrugar y estropear los lujosos abrigos de pieles y elegantes vestidos de aquellas bellas y encopetadas damas y señoritas que, acostumbradas a dormir en espléndidas cámaras y cómodos lechos, aceptaban todos estos contratiempos con tal de poder huir. Huir! Palabra horrorosa para ellos, pero al fin y al cabo siguen y sucumben a la lei inevitable, del destino impecable. Ellas, y como ellas toda la gente por el cual resulta horrorosa esta palabra, han sido creadores, de esta lei pues sus grandes ambiciones y golosias, de otro tiempo son las que hacen que hoy tengan que huir como malvados, perseguidos por la ira y maldición de las turbas furiosas que quieren desquitarse tomando venganza del escarnio proferido con su lujo y gastos superfluos, mientras habia quien no podía comer ni vestirse para soportar la rigurosidad de los inviernos de este pais. Como el judio Errante  tendrán que errar  buscando nueva patria que los ampare, apiadandose de ellos, ya que no podran conquistar sus fortunas, que aunque algunas sean grandes son exiguas si se tiene en cuenta que 800 (ochocientos) rublos valen cinco pesetas.
Yo creo, que el la Resurrección del mundo, que va viniendo lentamente.
Quizás sea el nuevo Cristo, que viene a imponer nuevas leyes, a sacar a latigazos del mundo a los mercaderes que jugaban a tan bajo precio con la vida de sus semejantes que con ellas los enriquecieron.
Entre el pasage venia un señor sexagenario, con su señora e hija. Era o es baron de Nelken, oficial de húsares de la guardia y chamberlan del Emperador Nicolas durante su reinado y hermano de un almirante de la escuadra rusa, preso actualmente de los bolcheviques. En Trifflis en cuya población habian ido afin de establecer la salud de la señora, les sorprendió el derrumbamientote la monarquia y más tarde la pérdida de sus bienes y de su palacio, por haber pasado a mano de los revoltosos. El me contó todo esto y como quiera que estaba enterado de la historia de España, pasé muchos ratos con él hablando de la historia y discutiendo catalanismo. Las conversaciones eran en francés, pues por arte prodigioso la inmensa mayoria de personas hablan esta lengua.
Más detalladamente te contaré cuando quiera Dios que llegue, cosas de este pobre pais, que por donde quiera se ve que cunde la miseria. Las tiendas se ven completamente vacías y lo que hay, se vende a fuerza de miles de rublos. Un ambrogo de hombre vale de 35 a 50 mil rublos. Si para nosotros resulta ya algo caro que no será para la gente del pais.
En Yalta existen los palacios del emperador y de los príncipes. Dicho pueblo viene a ser el Biarritz o San Sebastián de la Crimen. Su clima es hermosísimo; durante los días que permanecimos alli, el magnífico sol que hacia mataba el frió enviado por las nieves de las montañas vecinas; hasta el punto, que en algunas horas del dia el abrigo estorbaba.
Hemos cargado mucho vino embotellado y según dicen es la primera vez que dicho vino se exporta puesto que en tiempo de la grandeza, todo el vino de Crimea quedaba en el pais y servia para que lo saborearan los magnates. Ahora nuestro cargamento lo exportan por cuenta del estado y por mediación de un general que está en el frente. Asi me lo han notificado.
Queriendo asemejarme a estos ricachos o para demostrarles, que aunque no tengamos una perra, tenemos el mismo gusto, de agradarnos cosa buenas, nos hemos guardado para nosotros unas cuantas botellas de vino añejo, algunas de ellas tienen 30 años. Cuando Dios quiera que lleguemos ya lo probareis.
El viage de 38 horas de Yalta a Constantinopla fue magnífico. La mar como una balsa de aceite y las noches clareadas por una hermosa luna y lo que es mejor tuvimos la suerte, de no encontrar ninguna mina a la deriva, cosa, que hubiera sido terrible, teniendo tanta gente abordo, sobre todo mujeres y criaturas, si hubiesemos tenido la fatalidad e tropezar con ellas, cosa que ha sucedido estos dias a dos o tres barcos. Si bien el viage fue bueno, no lo fue tanto los rigores de la Sanidad al llegar a este puerto, pues mandaron el barco al lazareto, y todo el pasage y tripulación, excepto la oficialidad, los bañaron y les desinfectaron la ropa.
El domingo por la tarde quedaron todos libres y pudieron marcharse al hotel (…).

Juan
Constantinopla, 30 Marzo 1920

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